El pasado sábado 22 de enero fueron declarados como beatos de El Salvador cuatro mártires asesinados entre 1977 y 1980. Se trata del padre Rutilio Grande y sus dos colaboradores, Nelson Lemus y Manuela Solórzano. Los tres fueron asesinados por la guardia nacional, según testigos, el 12 de marzo de 1977 cuando se dirigían a una misa en el municipio de El Paisnal. Y el Fray Cosme Spessoto.
La misa de beatificación estuvo a cargo del cardenal Gregorio Rosa Chávez, en representación del Papa Francisco.
El Padre Grande es reconocido por su aporte a la organización de comunidades eclesiales de base y su opción preferencial por las personas más desprotegidas. Su muerte marcó en gran manera a San Óscar Arnulfo Romero, quien entonces era Arzobispo de San Salvador y que tres años más tarde también sería asesinado tras exhortar a “cesar la represión” a la población más desprotegida.
“Dio la vida por nuestro pueblo, luchando, orientado, exponiendo su vida por los campesinos del lugar. Lo recuerdo como un gran hombre por eso nunca lo olvido”, contó doña María Leticia, una feligrés que llegó para celebrar la beatificación de los mártires.
Para ella el Padre Rutilio Grande fue un guía espiritual y también una personas que les dio afecto. “Yo estuve en la vela del Padre Rutilio, toda la gente llorando por su pastor. Yo vi llorar a Monseñor Romero, ahí dijo si aquí se encuentra aquel que tuvo el valor de apretar el gatillo para asesinar al Padre Grande desde ya le digo que se convierta porque lo que han cometido es un sacrilegio, dijo Monseñor Romero”, recordó María.
“Morir mártir sería una gracia que no merezco”
En la ceremonia del 22 de enero también fue beatificado el Fray Cosme Spessotto, de origen italiano, asesinado por escuadrones de la muerte el 14 de junio de 1980 mientras rezaba antes de oficiar una misa en la parroquia de San Juan Nonualco, en La Paz.
El religioso advirtió algunos días antes de su asesinato que presentía que “de un momento a otro, personas fanáticas me pueden quitar la vida”. En una breve carta expresó que “morir mártir sería una gracia que no merezco”.
El fraile italiano nació en Mansué de Treviso, Italia, un 28 de enero de 1923, en el seno de una familia campesina. Hijo de Vitorio Spessotto y Josefina Zamuner.
Llegó a San Juan Nonualco en 1953. La revista Carta a las Iglesias del mes de julio del año 2000 describe que “a su iglesia llegaba el dolor, la denuncia, la información y el miedo, y en su trabajo pastoral en la ciudad y en el campo se encontraba con el fuego inclemente de la represión sangrienta y la rosa fragante de la resistencia tenaz. El pastor se decidió, desde el púlpito, pedir justicia a los bandos enfrentados. Pero exigía respeto y reclamaba libertad para los prisioneros”.
Ninguno de estos asesinados ha sido esclarecido y siguen en la impunidad.
Seguir la ruta trazada por los Acuerdos de Paz
Durante su homilía por la beatificación de los mártires el cardenal Gregorio Rosa Chávez, en representación del Papa Francisco, destacó el legado de los mártires y la importancia del trabajo comunitario que realizaban.
“Un ejemplo evidente es Rutilio Grande que después de compartir experiencias de trabajo con campesinos e indígenas, en Ecuador, volvió a nuestro país con una clara e inequívoca opción por los pobres. él fue quien encabezó la lista de nuestros mártires, le siguieron muchos más. El más ilustre de nuestros mártires es, por supuesto, Monseñor Romero”, dijo el cardenal Rosa Chávez.
El cardenal Rosa Chávez también aprovechó la ocasión para señalar que “nuestros mártires pueden ayudarnos a recuperar la memoria y la esperanza para que no renunciemos al sueño de un país reconciliado y en paz”. Para esto, aseguró, se requiere “recuperar el espíritu de los Acuerdos de Paz y la ruta que ahí se trazó.
Las afirmaciones del cardenal se dieron en presencia del vicepresidente de la República, Félix Ulloa; el presidente de la Asamblea Legislativa, Ernesto Castro; y el alcalde de San Salvador, Mario Durán, funcionarios que -repitiendo el discurso del presidente Nayib Bukele- niegan la importancia histórica de los Acuerdos de Paz.
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Foto: Asamblea Legislativa -
Foto: Secretaría de prensa Presidencia
Iglesia popular también celebró el legado de los mártires
Previo al acto oficial realizado por la iglesia católica, la iglesia popular también celebró la beatificación de los mártires destacando que su legado debe permanecer vigente y ser un faro de esperanza en el contexto de retrocesos democráticos que vive el país.
“Para reconstruir la memoria a partir de los que hemos vivido es importante participar en estos esfuerzos”, dijo Zulma Larín quien durante la guerra tuvo que refugiarse en campamentos de refugiados.
En la actividad popular también se recordó que el día de la beatificación, además, coincidió con el 90 aniversario del levantamiento indígena de 1932 que acabó con el peor genocidio de la región y con la histórica movilización de 1980.