Por ADES
El expresidente Elías Antonio Saca y sus exsecretarios, Élmer Charlaix, Julio Rank y César Funes, se autodeclararon culpables ante la Fiscalía General de la República, de los delitos de peculado, que es la acción de robarse el dinero público, y lavado de dinero que no es más que legalizar el dinero que se robaron.
Esta acción de declararse culpables responde a un interés de obtener penas menores de cárcel pues la Fiscalía lo toma como una muestra de colaboración para la justicia. Aplicándose un procedimiento abreviado que les permitirá bajar los años de prisión.
De no haberse adherido al procedimiento abreviado, el expresidente Saca y su ex secretario Charlaix pudieron haber recibido hasta 30 años de cárcel en el caso de una sentencia condenatoria.
El delito de peculado es sancionado con prisión de 12 a 15 años y el lavado de dinero es castigado con una pena de cinco a 15 años. El Fiscal Mario Huezo pidió que al expresidente Saca y su ex secretario, se les condene únicamente a 10 años de prisión por los delitos de peculado y lavado de dinero, es decir, cinco años por cada ilícito.
Este es un ejemplo más de cómo el poder burla fácilmente la justicia salvadoreña, porque de 30 años de cárcel para Antonio Saca, éste pasará a pagar únicamente 10, restándosele los meses que ya ha pasado en prisión. Así que fácilmente Saca pagará 8 años de prisión.
Al ex presidente Saca se le acusa de haber desviado 300 millones de dólares de los fondos públicos, de los cuales de resultar condenado devolverá solamente 25 millones, quedándose en el olvido 275 millones de dólares.
Una vez más la Fiscalía se burla del pueblo que esperaba un proceso más riguroso e imparcial, donde los culpables recibieran una sentencia justa acorde a los delitos cometidos. pero no es así, la Fiscalía montó un circo, hizo un gran escándalo asegurando que estos ex funcionarios pagarían por lo que hicieron, sin embargo, han convertido a la justicia en una pluma con que la que únicamente intentan hacerle cosquilla a estos ladrones de cuello blanco.
Este proceso se une a la bolsa de decepciones que el sistema judicial sigue dando a nuestro pueblo, dejando claro que a las personas se les juzgan acorde al dinero que poseen en los bancos, aunque este dinero haya sido obtenido por medios ilegales.
El sistema judicial es una vergüenza que condena sin compasión a la gente pobre y da todos los privilegios a quienes tiene como pagarlos.